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Para quienes recordamos viejos mundiales de fútbol desde aquel México 70 en adelante parecía que ya nada llegaría a sorprendernos. Sin embargo, el de este Brasil 2014 quedará por siempre grabado en nuestras retinas y nuestros corazones. Por muchísimos motivos que inclinaron la balanza del haber por sobre el debe pero, por sobretodo, por haberse disputado aquí nomás en el patio de nuestras casas y en los dominios de nuestro gran rival deportivo. Que de paso mordió como nunca el polvo de la derrota más allá de haber terminado festejando la desgracia argentina en la final.
Un mundial con todos los condimentos, desde la tristeza por la pérdida de vidas hasta la euforia colectiva a través de los resultados positivos. Y en el medio una indescifrable cantidad de hechos que tuvieron que ver con lo futbolístico y, especialmente, con lo extra futbolístico. Como esas incalculables invasiones argentas al vecino país al solo efecto de estar en tal o cual playa y no solo en el estadio. Con un extraordinario nivel de concentración en cualquier punto del planeta fogoneado por una comunicación in extremis de la cual también formaron partes todos aquellos que se lo propusieron vía las redes sociales. Sin distinción de edades, sexos, condición social o per cápita por el mundo. Algo así como un verdadero evento ecuménico de todos y para todos que es y será imposible de igualar salvo por un acontecimiento similar. Inexplicable desde lo racional pero entendible desde lo emocional y grupal para que podamos comprenderlo de alguna manera.
Pasó este verdadero fenómeno social globalizado y para los próximos días quizás sintamos que ya nada es lo mismo que las semanas anteriores. En el rigor de la más estricta realidad de un hecho que debería ser solamente un acto deportivo pero que supera con creces esta lógica de Perogrullo. Donde hasta nuestro mismísimo santo Padre tuvo que abstraerse de observarlo en la final para intentar ser neutral ante la mirada de los fieles de todo el mundo.
Pasó un mundial que tuvo todo lo esperado y soñado y un poco más también. Para que lo recordemos de por vida y que nuestros corazones luchen con la memoria ese pedazo de verdades y sueños que siempre estarán en puja con el paso del tiempo.
Pasó este Brasil 2014 que no será un mundial más en el raconto histórico de sus pares. Simplemente, por haber sido ….inolvidable
