Más de 50 mil almas albiazules sufrieron y disfrutaron en el Mario Alberto Kempes de un clásico no del todo bien jugado pero intenso y pasional como marca la historia de los choques entre ambos.
La Gloria en total soledad y contra todo un marco que envidiarían la mayoría de clubes de primera división pero también soportando a Ramiro Lopez, el hombre de negro que le jugó dos malas pasadas. Porque expulsó a Vazquez, el goleador albirrojo, sin ninguna explicación en la segunda etapa y porque le cedió sin haber sido infracción el tiro libre previo al gol de Klusener para el tallarín.
Un empate justo más allá de lo comentado porque el local fue siempre algo más salvo cuando los nervios se apoderaban no solo del equipo sino también de la multitud. Esa impresionante multitud para una B Nacional que ya comenzaba con el murmullo en todos los sectores de las repletas gradas del magnífico estadio cordobés.
Un espectáculo que reivindica la pasión por el fútbol y vuelve a demostrar a propios y extraños que nuestra provincia sigue contando con un gran potencial en materia futbolística y con dirigentes que están a la altura de las circunstancias.