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Se trate de la disciplina o competencia de la que se trate “los partidos hay que jugarlos” como reza una antigua máxima en el deporte. Pero es evidente que hay situaciones en donde la lógica tiene altas chances de cumplirse cuando existen amplias diferencias de nivel entre los contrincantes. Y en estos octavos de final entre Polonia y Argentina se da exactamente eso. No porque nuestra selección sea un firme candidato a levantar la Ensaladera sino porque el rival, que ha deambulado de manera permanente por el ascenso, presentará un equipo sin figuras y de escaso relieve en la actualidad.
El gigante Janowicz, la mejor raqueta polaca, no estará presente por lesión y por ahora otro conocido como Kubot solo jugaría el dobles del sábado para los europeos.
La serie la abre Guido Pella, con el antecedente de su final en el ATP 500 de Río de Janeiro, ante un ex 60 del mundo como Przysiezny que hoy está muy lejos de aquel nivel y casi sin competencia en esta temporada. Luego, el “Yacaré” Mayer no debería tener ningún problema en obtener el punto para la Argentina al chocar con el ignoto Hurkacz, un juvenil de 19 años sin experiencia en Copa Davis y que hoy está 602 en el ranking mundial.
Por todo ello, y más allá del carácter de visitante de la selección albiceleste y la veloz superficie de rebound ace en el escenario de la ciudad de Gdansk, el equipo nacional lleva y tiene todas las de ganar. No por capricho sino por la chapa, por su actualidad, por la experiencia de Mayer y Berlock y hasta por la misma ambición siempre traccionada por esa permanente frustración de no poder alcanzar el título mundial.
Los partidos hay que jugarlos y toda competencia suele tener sorpresas por la misma esencia de lo deportivo. Pero, en esta serie en especial y dadas las circunstancias, nuestra selección tiene desde este viernes el pase a cuartos de final al alcance de su mano.
