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ALLÁ LEJOS, HACE MUCHO… NAVIDADES DE LA DÉCADA 1950 / 1960 – ESCRIBE HÉCTOR “PACHA” STRUMIA

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El nostálgico narrador de Pozo del Molle, Héctor “Pacha” Strumia, en su página mensual de la revista “Dinámica Mollense”, relató sobre las navidades de la década de 1950 / 1960. Además “Pacha”, integra el programa “Contactos en domingos” junto a Juan Carlos Rossetto.
Recordando con nostalgia las Fiestas navideñas de mi niñez, donde todos los chicos esperábamos con inocencia la llegada del niñito Dios.
Muchos de nosotros pedíamos, en una carta, nuestros juguetes soñados ya que era la única vez, o dos veces al año que podíamos tener ese regalo.
Nuestros juguetes eran todos caseros, tarritos, huesos de animales con los cuales armábamos los corrales con palitos e hilos, los barriletes, casi siempre con los amigos del barrio lo fabricábamos nosotros con cañas y papel de diario, ropa vieja para la cola, hilo que pedíamos en los negocios, ya que no era fácil juntar para un ovillo. El pegamento era con harina y agua, que lo llamábamos “pacharina”. Yo era el más chico de la barra y me encargada de hacerla, de allí nació mi apodo de “Pacharina”, luego por comodidad y más corto quedó “Pacha”.
Como no había nada de la tecnología actual, todos los juegos eran con nuestras invenciones de niños, armábamos en los árboles “casitas”, fabricábamos cintos con etiquetas de cigarrillos y cañones con carreteles, las balas eran las volutas de paraíso, un cohete en la parte de atrás, al encenderlo salían las bolitas con mucha velocidad.
Hablando de cohetes, eran una cajita parecida a la de los fósforos, con rapadera, ni ruido hacían, pero eran nuestra diversión.

pesebre

 

 

 

 

 

 

 

 

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También las cañitas voladoras, las poníamos en una botella, encendíamos la mecha y salían hermosas hacia el cielo, algunos audaces las tiraban con la mano, pero era muy peligros, también se las utilizaba como “buscapiés”, al cortársele la caña corrían por el suelo, también de mucho cuidado.
Recuerdo que el día 8 de diciembre, día de la Virgen, preparábamos el arbolito con muchos adornos caseros, cintas de colores y el pesebre, dónde con pasto y animales fabricados en papel lo ornamentábamos, nos llevaba 2 o 3 días dejarlo listo y después de retes, desarmarlo en mi casa siempre había una vela encendida, como cuidando la alegría de las fiestas y la llegada del niñito Dios.
El día 24, después de cenar con la familia, se comentaba entre los hermanos sobre los regalos que habíamos pedido, nos costaba dormirnos por esa ansiedad de ver llegar el regalo, pero el cansancio nos vencía y a la cama. Entonces nuestros padres depositaban los regalos al pie de la cama y, a la mañana temprano todos solíamos a la calle chochos y contentos para mostrar lo que habíamos recibido, “el regalo del niñito Dios”.
Yo recuerdo muchos de ellos, no había mucho dinero pero para mí era como tener en mis manos un inmenso tesoro, un autito de madera, una escopeta de plástico, un trompo a presión y el que más recuerdo fue un revolver con cebitas y el ruido que producía.
En fin, recuerdo como mi mama preparaba el “clericó” y yo ayudaba a corar la fruta., hacia dos ollitas, una para los chicos solamente con naranja y para los grandes, mi papa le ponía moscato.
Nostalgiosos recuerdos de navidades pasadas, éramos tan felices con tan poco, por eso se me ocurre pensar ¿por qué ahora estamos tan enojados con tan mucho?, otra época, todo cambió, pero seguimos adelante que es lo más importante.
Felices fiestas a todos los habitantes de mí querido pueblo y a los lectores de mi página “El Personaje del Pasado” (que pertenece a la revista Dinámica Mollense).
Buena vida y mejor inicio de año. Héctor “Pacha” Strumia – Nostálgico Narrador.

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