Brasil 2014 no pudo ser ajeno a diferentes hipocresías que partieron desde todos los sectores imaginables y con características tan diferentes como detestables. Pero, dentro del raconto que se pudiera hacer con ellas, lo más llamativo estuvo raramente en una premiación que terminó siendo un verdadero castigo. Refiere claro al balón de oro para un jugador y tipo excepcional como Leo Messi pero que sin embargo no fue merecedor del mismo en esta oportunidad. De hecho, su rostro y comentarios posteriores y de la propia prensa y público argentino dieron por aceptado tamaña afirmación. Porque no se tuvo en cuenta el que, ni el cómo, ni el porqué sino solo el quien de la cuestión para que propios y extraños sintiéramos que el rosarino esta vez no era el hombre adecuado.
Pero como el “quién” de nuestra máxima estrella hubo también muchísimos hechos y cuestiones similares. Y entre tantos ejemplos rescato lo de aquellos profesionales de la crítica artera que, partiendo desde el evidente vacío de su corazón, apuntaron sus cañones en “quien” lo dice y no en “que” refieren sus dichos. En muchos caso, a lo largo y ancho del país y molestándose por agredir al hermano pueblo brasileño cuando ellos estuvieron en una sintonía similar o superadora en cuanto a la folclórica cargada de referencia. Porque, para los detractores, distraídos y desconocedores, también se les debe hacer entender de que “se trata de fútbol” y no de un evento de carmelitas descalzas ni nada que se les parezca. Un evento en donde el mismísimo y querido Papa Francisco fue, crease o no, menos papista que con sus hipocresías se rajan una vestidura mal habida