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Desde este viernes se inicia el certamen de fútbol profesional más inesperado y voluminoso de la historia en la primera división de nuestro país. Treinta equipos saldrán a la cancha para dar lugar a quince partidos por fecha, que serán todos televisados en un hecho inédito y ciertamente ordinario dado su exageración y nulo antecedente mundial. A ello, habrá que sumarle también el comienzo de la prestigiosa B Nacional donde, con veintidós equipos a lo largo y ancho del país, habrá cinco partidos televisados en directo.
Más allá de las pasiones que este deporte tan popular suele despertar en mucha gente es indudable que, a nivel organizativo y de calidad exigida, quizás este cambalache no sea condenado al ridículo pero si por lo menos a generarnos un empacho no deseable. Porque, sin siquiera incluir al resto del fútbol del ascenso, las copas internacionales, copa argentina y todo el exterior, tendremos partidos a cada rato y muchos en simultáneo para poder cumplir con toda la vorágine de lo programado.
Es probable que en cuanto a resultados, incógnitas y sorpresas los futboleros vivamos días de permanente excitación y debates dado las especiales circunstanciasde esta temporada. Pero ello no debería ni por asomo hacernos renegar de exigir un espectáculo medianamente normal y con cierta calidad deportiva e institucional hoy ausente.
Claro que ni hablar respecto a aquellos que no gustan del fútbol sino de otros deportes y actividades recreativas. Porque precisamente serán ellos los que más deberán soportar el bombardeo mediático y todo el anexo posterior en la infinidad de programas afines y noticieros.
Un tsunami de fútbol a lo largo y ancho del país y a lo largo y ancho de cada semana por vivir. Un empacho permanente de actividad futbolera que hará olvidar rápidamente tal victoria o tal derrota dado el volumen de tantos resultados y la inminencia de una nueva jornada que llegará con más y más fútbol para compartir, disfrutar o sufrir.
Quizás solo el tiempo, verdadero juez de la concreta realidad, nos dejará en claro cuanto de malo y cuanto de bueno se terminará de generar con esta temeraria aventura en la que se ha embarcado nuestro querido fútbol nacional.
