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Desde distintos puntos del planeta, el cuerpo técnico y los jugadores de la selección argentina de tenis ya están en vuelo hacia Bruselas, sede del gran choque semifinal ante los belgas. Una instancia inesperada para muchos, especialmente por los fuertes equipos que quedaron en el camino junto a sus estrellas. Y de allí que los nuestros tengan mucho más para ganar que para perder aunque el detalle fino destaque que la roja selección local no es invencible ni muchos menos. El capitán Daniel Orsanic lo sabe y por eso habla de una sólida ilusión en poder ganar la serie y arribar a una nueva final por el prestigioso grupo mundial.
Sin dudas, el punto fuerte de los europeos está en David Goffin, un diestro con rostro de pibe que se mueve bien en canchas rápidas y ostenta un sólido revés a dos manos. La influencia de su padre como entrenador le talló un duro carácter competitivo que es otro de sus atributos para temer y para tener en cuenta en la estrategia albiceleste. De allí que gran parte de la ilusión argentina se concentre en ganar el dobles sabatino y los dos puntos a Steve Darcis, la segunda raqueta rival, más allá de confiar en que el “Yacaré” Mayer pueda dar el golpe ante Goffin.
Lejos del glamour y el elevado nivel de las recientes estrellas de la legión argentina, este grupo se ha caracterizado por una fuerte relación de equipo en todos los sentidos posibles. Con la humidad y el sacrificio como bandera para desprenderse de rivales complicados y para elevar la autoestima a niveles que permitan ilusionarse con levantar la ensaladera por primera vez. Por ello, no es descabellado soñar con dar el golpe en la Bruselas del primer mundo y acompañar el vuelo de estas horas con la ilusión finalista a cuestas.
